Va en niqab a una reunión de la izquierda en Canadá sin entrada y recibe sonrisas y preferencia de paso
Se presenta a una reunión del QS de Quebec sin entrada, se salta la cola y todo el mundo le sonríe.
Mandana Javan, activista por los derechos de las mujeres y exiliada iraní, ha protagonizado un gesto cargado de simbolismo: asistió a una reunión pública del partido Québec Solidaire (QS) vestida con un niqab, una prenda de ropa islámica que cubre todo el cuerpo de la mujer dejando sólo una pequeña apertura para los ojos. Sin entrada ni identificación, entró sin problemas, se saltó la cola y fue recibida con sonrisas. El acto, celebrado en Montreal, contaba con la presencia de destacadas personalidades, como el líder francés Jean-Luc Mélenchon.
Según El Journal de Montreal, Javan quería hacer una denuncia simbólica. Quería mostrar que, en nombre del respeto a la diversidad, algunos sectores de la izquierda aceptan símbolos como el niqab sin hacer preguntas. Pero para muchas mujeres que vienen de países islámicos estos símbolos representan sumisión y opresión.
"Solo me sonrieron", dice el activista. “Entré, me salté la cola y nadie me dijo nada.”
Québec Solidaire es izquierda, soberanismo y contradicciones
Para entender el gesto de Javan, es necesario conocer qué representa Québec Solidaire (QS). Se trata de un partido de izquierdas fundado en 2006 en Quebec, que combina el soberanismo con una agenda marcadamente ecologista, feminista y progresista. Es, de hecho, el partido más a la izquierda del Parlamento quebequés, y se ha consolidado como alternativa joven y radical al tradicional Parti Quebequés (PQ).
Sin embargo, QS ha sido a menudo criticada por su ambigüedad en materia de laicidad, especialmente por su rechazo a leyes como la Ley 21, que prohíbe a los funcionarios públicos llevar símbolos religiosos. Sectores feministas y laicos les reprochan una especie de tolerancia acrítica hacia prácticas islamistas, a menudo disfrazadas de diversidad cultural, pero que vulneran derechos básicos.
El niqab como símbolo de sumisión, no de diversidad
Mandana Javan conoce de primera mano el significado del niqab. Nació en Irán, huyó del régimen islámico y en su nueva vida en Occidente no lleva ni niqab, ni hiyab ni nada. Ahora, desde Quebec, denuncia que el mundo occidental "glorifica símbolos que, en realidad, son instrumentos de opresión".
En declaraciones a QUB Radio, el activista afirmó: “El cuerpo de las mujeres es visto como un bien común en el islamismo radical. La mujer debe desaparecer del espacio público. Y el niqab es esto: una desaparición.” Para Javan, llevar el niqab en una reunión política y no recibir ningún cuestionamiento es un síntoma grave de inconsciencia colectiva: "Es una manera de decir: 'Yo me tapo y tú no eres nada.'"
Una izquierda que no quiere ver
La denuncia de Javan no es sólo contra el niqab, sino contra una izquierda que, en sus palabras, “no quiere ver lo que implica”. Denuncia que se trata de un paternalismo multiculturalista que protege al islam radical en nombre de la diversidad, mientras ignora las voces de mujeres como ella, que han luchado contra ese sistema.
“El feminismo no puede callar ante estas realidades. No quiero censurar, pero quiero que hablemos. ¿Por qué nadie me preguntó qué hacía ahí? ¿Por qué mi presencia tapada de pies a cabeza fue aceptada sin más?”, se preguntó en QUB Radio.
La acción ha generado impacto en Quebec y en Francia, pero también resuena en otras sociedades occidentales como la catalana, donde el debate sobre la laicidad, el islam y la libertad de las mujeres es a menudo evitado o reducido a simplificaciones.
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