Una asesora del gobierno de Canadá dice que no poner salas para rezar en el trabajo es islamofobia
La responsable contra la islamofobia exige salas de oración y tiempo a cargo del gobierno para los trabajadores musulmanes en las oficinas federales.
Amira Elghawaby lidera la lucha contra la islamofobia del gobierno de Canadá por encargo de Justin Trudeau. Una de sus acciones es luchar contra la falta de espacios de oración en las oficinas públicas por ser islamofobia. No sólo lo dice sino que presiona directamente al gobierno de Ottawa para que se construyan salas de oración musulmanas en todas las dependencias federales sin excepción.
La oficina de Elghawaby contactó múltiples departamentos exigiendo información sobre la instalación de salas de oración. Un correo electrónico de 7 de agosto reconocía que estaban recopilando respuestas para entregarlas al Muslim Federal Employees Network, la pequeña red voluntaria de unos 60 funcionarios que dice representar al 2% de trabajadores musulmanes. En otro mensaje, el personal se quejaba de que la Agencia Tributaria de Canadá no había respondido a la petición sobre "espacios de contemplación".
Islamofobia es no tener pausas para rezar
El escándalo se ha conocido gracias a la publicación de Blacklock's Reporter de la que se ha hecho eco el Western Standard. La investigación se ha realizado con documentos obtenidos mediante la ley de Access To Information. En ellos se encuentran notas de una videoconferencia de junio de 2024 donde la asesora afirma que “la islamofobia en el puesto de trabajo se manifiesta cuando los empleados musulmanes tienen dificultades para obtener acomodaciones razonables como pausas para rezar, ayuno durante el Ramadán o códigos de vestimenta". En el mismo texto llega a describir la islamofobia como un "peligro claro y presente para nuestro tejido social”.
Estas ideas se expresaron en un encuentro de la Muslim Federal Employees Network, una pequeña pero influyente red de empleados musulmanes dentro de la administración canadiense. Amira Elghawaby no es miembro de la Muslim Federal Employees Network (MFEN), pero se ha convertido en su voz dentro del gobierno: su oficina ha participado en los encuentros de la red y ha actuado como correa de transmisión de sus demandas. Su labor es presionar ministerios y agencias para que acepten las peticiones de los musulmanes. Ha llegado incluso a engañar a los ministerios simulando que la oración es una obligación ineludible para los musulmanes y que, por tanto, es necesario imponer salas de oración y pausas religiosas a la administración pública para no caer en islamofobia. Y, por supuesto, sin necesidad de devolver el tiempo para rezar "porque es una obligación de los musulmanes".
¿Qué es la Muslim Federal Employees Network
La MFEN es una red de funcionarios federales de Canadá creada en junio de 2021 con el objetivo de representar y apoyar a empleados musulmanes dentro del servicio público federal.
Según su plan estratégico para el período fiscal 2024-2025, la MFEN define como misión “jugar un papel líder en ayudar al Gobierno de Canadá a convertirse en un modelo de inclusión para los funcionarios musulmanes”, así como proporcionar “un foro abierto y seguro para que empleados musulmanes y aliados no musulmanes conecten y debatan cuestiones relacionadas con un ambiente de trabajo saludable e inclusivo”.
La “Guía para los gestores” que exige salas y privilegios religiosos
El Muslim Federal Employees Network difundió un documento llamado Managers Guide to Supporting Muslim Employees destinado a los directivos y jefes de departamento de la función pública canadiense. En esta guía se afirma que los musulmanes tienen cinco oraciones obligatorias al día y que hasta tres de ellas caen dentro del horario laboral de 9 a 17 horas, con cada oración alargándose entre 10 y 15 minutos. A partir de esta premisa, el manual establece que las salas de oración son “necesarias” y que los empleados deben poder interrumpir su trabajo para cumplir con los rituales.
Pero la guía no se queda ahí: también advierte a los gestores de que los apretones de manos entre hombres y mujeres pueden ser prohibidos, y recuerda que el islam enseña que sólo hay un dios. Estas instrucciones, presentadas como formación oficial para directivos, han sido interpretadas por muchos como una presión descarada para que la administración canadiense adopte normas religiosas en un entorno laboral que debería ser neutral y laico
El mismo documento concluye que la islamofobia no es sólo odio o prejuicio sino también “la negativa del empresario a adaptar normas y prácticas para garantizar igualdad de oportunidades a los empleados musulmanes”.
Más demandas: dinero, festivos y cambios legales
La Managers Guide to Supporting Muslim Employees y el plan estratégico de la MFEN no se limitan a las salas de oración ya las pausas religiosas. Entre sus propuestas está la creación de programas de financiación pública para la propia red de empleados musulmanes, por lo que pasaría de ser un grupo voluntario a recibir dinero de los contribuyentes para mantener su actividad. También se reclama que los altos directivos del gobierno envíen mensajes institucionales de felicitación en las festividades islámicas, equiparándolas a conmemoraciones oficiales e introduciendo un reconocimiento religioso dentro del calendario de la función pública
Además, los documentos filtrados incluyen propuestas mucho más profundas: se plantea reformar la Employment Equity Act para que los musulmanes sean declarados “grupo designado” al mismo nivel que las comunidades indígenas de Canadá, lo que abriría la puerta a políticas de cuotas y ventajas específicas en contratación y promoción interna. También se reclama que el Treasury Board recoja datos oficiales sobre empleados musulmanes para identificar sus “barreras” y establecer políticas a medida. En conjunto, estas demandas van mucho más allá de la inclusión y apuntan a una transformación legal e institucional que situaría al islam como referente privilegiado dentro de la administración federal.
Quebec combate el discurso de Amira con su ley de laicidad
El choque entre el gobierno de Quebec y el federal es total cuando se habla de musulmanes. Quebec lleva años defendiendo su laicidad estricta con la Bill 21. Esta ley prohíbe a maestros, policías y jueces llevar símbolos religiosos como el velo islámico o la kippa. La tensión se agravó cuando, a raíz de sólo unos pocos estudiantes que rezaban en las escuelas, el Ministerio de Educación emitió una orden prohibiendo la oración dentro de los centros. Más recientemente, el gobierno provincial ha ido aún más lejos con la decisión de prohibir cualquier oración en la calle o en espacios públicos. Todo ello ha situado a Quebec en el punto de mira de acusaciones de islamofobia, pero el gobierno de la provincia mantiene que simplemente garantiza la neutralidad del Estado.
Mientras, Amira Elghawaby cuenta con el apoyo de Ottawa para defender que negar espacios para rezar es islamofobia. Para ella y para la red de empleados musulmanes federales, las salas de oración y las pausas religiosas son un derecho; para Quebec, son privilegios que vulneran la laicidad.
De hecho, la oposición a Amira Elghawaby desde Québec viene de lejos. Cuando fue designada Representante Especial contra la islamofobia en 2023, el gobierno de Quebec pidió su dimisión inmediata. Desde entonces, cada nueva intervención suya ha sido recibida con recelo y polémica, convirtiendo su figura en un símbolo de la fractura persistente entre Ottawa y Quebec sobre el papel de la religión en el espacio público.
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