La mitad de los niños de Salzburgo no hablan alemán en casa
La sustitución lingüística avanza rápidamente en Austria. En barrios de Viena más del 80% de los niños crecen sin hablar la lengua del país.
Lo que está ocurriendo en Austria no es un cambio natural ni espontáneo. Es una transformación profunda y preocupante del país tal y como la hemos conocido hasta ahora. Los últimos datos publicados por Remix News revelan una realidad que hace saltar todas las alarmas: el 51,8% de los niños de Salzburgo no hablan alemán en casa. En Viena, en algunos distritos, esa cifra supera el 80%.
Un país que se deshace en silencio
A nivel nacional, más del 30% de los alumnos de primaria ya no son hablantes nativos de alemán. Es decir, miles de niños y niñas están creciendo en Austria sin raíz alguna con la lengua, la cultura ni la historia del país donde viven.
Estos no son datos anecdóticos. Son síntomas de una descomposición nacional que se produce bajo la etiqueta del multiculturalismo pero que cada vez más ciudadanos perciben como un desarraigo programado.
Una política que lleva al país al colapso
El economista húngaro Géza Sebestyén ha comparado la situación austríaca con lo que podría haber sido Hungría si no hubiera optado por proteger sus fronteras y su cultura. Y no le falta razón: Austria abrió sus puertas a la inmigración masiva hace una década, y hoy empieza a recoger los frutos amargos de aquella decisiónó.
Según Sebastyén, “ésta no es la Viena imperial. No es el Salzburgo de Mozart. Es una ciudad en la que el alemán ha dejado de ser la norma, y donde el futuro se construye en lenguas y valores completamente desconocidos por sus fundadores“.
Figuras como Herbert Kickl, líder del FPÖ, denuncian que lo que está sucediendo no es casualidad, sino el resultado de una agenda política e ideológica dirigida desde Bruselas y ejecutada por ONG con objetivos claros: deshacer Europa por dentro, eliminar a las naciones y sustituirlas por una masa sin identidad.
Kickl afirma que la integración es una mentira: la mayoría es quien se está adaptando a la minoría, y el estado del bienestar deja de servir a quienes lo sostienen para servir a quien sólo llega a pedir beneficios.
Las autoridades no escuchan
Las encuestas son claras: el 80% de los austríacos quieren medidas de asilo más estrictas.. Pero el sistema no escucha.
El FPÖ, un partido antiinmigración, es actualmente el partido más popular del país por un amplio margen, entre el 34 y el 36 por ciento de los votos. Sin embargo, los cambios demográficos podrían perjudicar al partido a la larga, ya que los extranjeros llegan a la edad de voto y desplazan al electorado hacia partidos de izquierdas y proinmigración, una tendencia por la que apuesta la izquierda en toda Europa.
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