Un centro salafista de Barcelona educa a niñas según los valores del islam del siglo VII
Niñas y mujeres son educadas por ser modelos de comportamiento islámico. El centro pertenece a una red vinculada a la institución paquistaní Dawat-e-Islami, activa en toda Europa.
En un local aparentemente discreto del barrio del Paral·lel de Barcelona opera un centro que ofrece formación religiosa extraescolar sólo para niñas y mujeres. Su nombre, “Faizan e Sahabiyat”, hace referencia a las primeras seguidoras femeninas del profeta Mahoma. El espacio funciona fuera del sistema educativo catalán y no está sometido a ningún tipo de inspección oficial. Sin embargo, su actividad es regular, estructurada y tiene una clara vocación formativa.
La enseñanza que se imparte no incluye matemáticas, ciencias ni lenguas. El centro transmite conductas basadas en el sometimiento femenino, la modestía extrema, la obediencia al marido y el rechazo a la cultura occidental. Las niñas aprenden a vestirse con ropa que oculta por completo el cuerpo, a hablar en voz baja, a evitar el contacto con chicos ya considerar el hogar y la familia como su única función vital. La figura femenina se presenta como pilar espiritual del sistema patriarcal islámico.
Dawat-e-Islami es la organización salafista que educa a niñas en Barcelona
El centro del Paral·lel forma parte de la red internacional de Dawat-e-Islami, un movimiento islámico fundado en 1981 en Pakistán y hoy presente en 190 países. La organización se define como no política y dedicada a la propagación del Corán y la Sunna, pero su discurso doctrinal y sus prácticas educativas se inscriben dentro de la corriente salafista.
El salafismo es una interpretación rigorista del islam suní que promueve un retorno a las prácticas religiosas y sociales del siglo VII, la época del profeta Mahoma y sus primeros seguidores. Entre los valores centrales sobre la mujer que la organización salafista declara sin tapujos en su web están:
- Debe cubrir todo el cuerpo con ropa islámica (hiyab o niqab).
- No puede salir de casa sin necesidad justificada, sólo por labores domésticas o apoyo al marido.
- No puede hablar con hombres que no sean familia directa (mahram) porque puede derivar en “resultados desastrosos para la sociedad”. Peor aún si los hombres son infieles, ya que se considera una amenaza directa a la moral ya la fe de la mujer musulmana.
- No puede trabajar fuera sin permiso del marido.
- Debe ser sumisa, modesta, tímida, discreta y siempre guardando la dignidad y la castidad: si un hombre mira de forma accidental, la mujer debería bajar la mirada de inmediato y arrepentirse.
- Se prohíbe tener relaciones sociales mixtas, incluyendo conversaciones, llamadas telefónicas, contactos a través de redes sociales o cualquier interacción no supervisada.
- No puede celebrar cumpleaños ni participar en costumbres occidentales.
- Debe educarse sólo en valores islámicos tradicionales evitando sistemas educativos basados en valores occidentales laicos.
- Debe mantener el corazón libre de envidia o rencor.
El objetivo explícito de Dawat-e-Islami es formar "mujeres musulmanas con conocimiento religioso profundo y carácter ejemplar". La mujer musulmana debe seguir los modelos femeninos tradicionales del islam primitivo como Khadijah, Aaishah y Fatima ya que son ejemplos de pureza, erudición, sacrificio y sumisión al marco religión.
La educación que reciben las niñas en este centro pretende inculcar estos valores desde la infancia, con una visión que excluye la igualdad de género, libertad personal o autonomía económica. Todo el sistema pedagógico está orientado a construir una identidad femenina subordinada, discreta y dedicada a la familia y la religión.
Extraescolar salafista sin control institucional
A pesar de su influencia ideológica y su constante presencia, el centro no forma parte del sistema educativo reglamentado. Opera como una asociación cultural o religiosa, lo que le mantiene fuera de los mecanismos de supervisión de la Generalitat o del Ayuntamiento de Barcelona. Ninguna inspección vela por los contenidos que se imparten ni por los métodos pedagógicos utilizados.
La actividad se concentra fuera del horario escolar: por las tardes, durante los fines de semana o en períodos especiales como el Ramadán. Según fuentes comunitarias, algunas familias llevan a sus hijas varias veces por semana. El centro dispone de rótulos, profesorado femenino asignado, espacios segregados y materiales propios. Todo está orientado a transmitir una forma de vida que excluye la integración con la sociedad de acogida.
El contraste con la educación catalana: dos infancias, dos mundos
Mientras muchas niñas catalanas practican deporte, aprenden idiomas o participan en actividades artísticas, otras son educadas para ocupar un espacio silencioso y subordinado dentro de la familia y la comunidad religiosa. A pocos metros de la vida urbana del Paral·lel, donde se mezclan teatro, ocio y multiculturalidad, hay niñas que memorizan textos antiguos y aprenden que su valor radica en la obediencia y la pureza.
Este contraste genera un choque de valores evidente: por un lado, la escuela catalana promueve la igualdad, la coeducación y la libertad personal; por otro, centros como Faizan e Sahabiyat enseñan que la mujer no debe tener voz ni presencia públicaa. Esta divergencia de mensajes puede afectar a la cohesión social y poner en riesgo el acceso real de las niñas a derechos fundamentales.
Precedentes en Europa: alarmas activadas
En Francia, el gobierno ha clausurado escuelas islámicas privadas y asociaciones salafistas que transmitían mensajes contrarios a los valores republicanos ya la igualdad de género.En Reino Unido, el escándalo conocido como “Trojan Horse” reveló intentos de controlar escuelas públicas para promover una agenda islámica ultraconservadora. En Bélgica y Holanda, Dawat-e-Islami ha sido monitorizada por las autoridades a causa de sus actividades educativas y comunitarias.
Estos casos han hecho saltar las alarmas sobre la existencia de redes de enseñanza no oficial, a menudo invisibles para los poderes públicos, que pueden convertirse en foco de radicalización o segregación estructural. El caso del centro del Paral·lel se inscribe en este patrón, aunque hasta ahora no ha habido ninguna intervención por parte de las instituciones catalanas. Los centros educativos “no reglados”, no entran en el ámbito de la Inspección Educativa. No se regula su currículum, sus metodologías ni cómo gestionan el tiempo lectivo. Esto crea un vacío: son totalmente externos al sistema regulador de educación, pero desarrollan actividades con carácter formativo, muchas horas semanales, y formación en valores y creencias.
Hoy, en Barcelona, niñas que viven en un entorno occidental y democrático están formadas para asumir una vida de sumisión, sin que intervenga ninguna autoridad educativa, social o judicial. La ciudad que se presenta como capital de la libertad y la diversidad convive con espacios en los que la mujer no tiene voz. Es una realidad silenciosa pero no menor.
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