Pero el McDonalds se lo comen
McDonald's no es halal y no es problema por muchos musulmanes. ¡Pero en la escuela catalana que no falte o islamofobia!
Nos dicen que el halal es imprescindible en las escuelas catalanas para que "los musulmanes puedan comer". No tenerlos sería cómo impedirles el derecho a la educación y un atentado a la libertad religiosa. En cambio, podemos ver a musulmanes en el McDonald's sin ningún problema y no siempre consumiendo McFish o una ensalada. Y menos a los niños.
Halal en las escuelas es política
Nuestras autoridades decidieron que todas las escuelas deben ofrecer menú halal. Lo hacen porque sus interlocutores musulmanes les han dicho que es imprescindible, que si no hay halal, los niños no pueden comer.
Esa exigencia satisfecha es política. Todo el mundo sabe que no les pasará nada por comer carne sacrificada con estándares de bienestar animal. Lo peor que puede ocurrir es que vayan al infierno pero si han decidido vivir con nosotros es un peligro que deben asumir ellos.
La exigencia halal en las escuelas es una muestra más de la necesidad musulmana de hacerse ver, de marcar territorio, de decir “ya estamos aquí y debe cambiar cosas por nosotros”. Y no sólo cambiamos lo que sea necesario sino que además financiamos el islam vía certificados religiosos.
Han logrado que todos los niños coman halal en la escuela. No sólo los que lo piden: el halal es para todos y encarece el precio final para todos. El capricho se paga
¿Pero qué dice el islam?
La cuestión de la carne halal ha sido objeto de debate entre los eruditos musulmanes. La mayoría de los estudiosos de las cuatro escuelas jurídicas suníes consideran permitido consumir "la carne de los cristianos y de los judíos", es decir, la de los llamados Gente del Libro. Esta posición se fundamenta en un versículo explícito del Corán:
“Hoy os he permitido todo lo bueno, y la comida de la Gente del Libro te está permitida, y su comida les está permitida.” (Corán 5:5)
En tiempos recientes, el teólogo Yusuf al-Qaradawi (1926-2022) defendió que los musulmanes residentes en Occidente pueden recurrir a la carne de los cristianos cuando no disponen de opciones halal. Qaradawi no es uno cualquiera: fue un radical de los Hermanos Musulmanes tan radical que no podía pisar Francia o Estados Unidos. Para los musulmanes de la actual Cataluña sería un hereje.
Sin embargo, dentro de la doctrina mayoritaria se remarca que, cuando existe la alternativa halal, el musulmán tiene la obligación de escogerla; el error sería preferir otra si el halal está disponible.
Nuestras autoridades no lo saben porque no se informan y porque los musulmanes con los que tratan tienen otros planes que nada tienen que ver con la integración. A nuestros políticos les han dicho que sin halal no pueden comer y se lo han creído.
El gran negocio halal catalán
El plan de los musulmanes (y de los seis cómplices políticos) va más allá del halal en las escuelas de Catalunya. Han logrado que la mitad de la carne sacrificada en nuestro país se mate con criterios religiosos. Han convertido a Cataluña en una gran productora mundial y la Generalitat haciendo promoción. Nuestra carne religiosa es un referente porque sigue muy bien las normas de la sharia.
Pero existen varios problemas: estamos financiando la religión, estamos abriendo la puerta a un mundo halal/haram y nos estamos petando toda la sensibilidad animal.
Cada carne sacrificada por el rito halal incluye un certificado. En Cataluña y España existen mezquitas y empresas vinculadas a mezquitas que emiten los certificados. Esto significa que clérigos musulmanes auditan el proceso y certifican que se realiza correctamente. Y esto se paga.
Cuando alguien paga otro cobra y quien cobra siempre quiere abrir nuevos mercados. Por eso el halal se extiende a productos cosméticos, comida de gatos o neveras. Sí, la nevera halal existe y la fabrica Sharp. Y es que al final, cualquier producto o servicio puede ser halal o haram. Tarde o temprano nos encontraremos por doquier a religiosos auditando empresas. Y empresas que tendrán que acreditarse para no perder clientes.
La sensibilidad animal es la tercera pata del problema. Ahora resulta que no nos importa cómo sacrificamos a los animales. Pues muy bien. Hicimos una ley y le introdujimos la excepción religiosa. Y la excepción ahora es el método para sacrificar a más de la mitad de los animales en Cataluña. Más que una excepción es la norma ya nadie le importa.
Menos mal que en Catalunya somos animalistas y por eso prohibimos los toros. Como alguien desde fuera se lo mire puede llegar a concluir que sólo lo hicimos para putear a los españoles. Cuando hemos visto que se puede hacer negocio con el sufrimiento animal nos hemos apuntado con ganas. Ni siquiera nos hemos planteado introducir el aturdimiento como proponía el líder de las comunidades islámicas en Cataluña cuando pensaba que se lo prohibiríamos.
Y así, mientras metemos el islam en las escuelas vía comedor, encarecemos el precio, segregamos a los alumnos, financiamos la religión y hacemos negocio que ellos van al McDonald's sin miedo.
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