La hipoteca es 'hacer la guerra en Allah': el discurso del banco islámico para captar fieles y dinero en Catalunya
Una líder islamista que defiende el burka, dinero público e infiltración en la economía social catalana para legitimar un sistema financiero sometido a la sharia. Así funciona el banco islámico catalán.
En Cataluña arraiga un proyecto financiero opaco liderado por Najia Lotfi, exdiputada del partido islamista marroquí PJD alineado con el pensamiento de los Hermanos Musulmanes. Pese a ese bagaje, Lotfi recibió 50.000 euros en subvenciones del Ayuntamiento de Barcelona durante el mandato de Ada Colau. Con el gobierno de Jaume Collboni su organización se ha integrado en la rueda de la Economía Social y Solidaria (ESS) donde tiene acceso a soporte público, subcenciones, promoción y contratación pública. Lofti se hizo conocida en las redes por defender el burka en TVE como una opción cultural y religiosa voluntaria.
Najia Lofti defendiendo al burka como opción voluntaria.
Con este perfil y pese a no tener licencia bancaria ni supervisión de ninguna autoridad, ha logrado desplegar un entramado que funciona como una entidad de crédito encubierta. En sus propios webinares de YouTube explica que “"trabajamos como un banco", "sustituimos al banco" y "ofrecemos una supervisión religiosa que los bancos no pueden dar"””". Pero no son un banco. Y en cualquier país europeo, operar como ellos lo hacen bajo criterios religiosos y sin regulación es inviable legalmente.".
Un modelo que funciona como un banco… pero sin serlo
En los webinares, CoopHalal cuentan con naturalidad que operan como alternativa islámica al sistema financiero. Hablan de ’evaluaciones“, ”fondos de garantía“, ”gestión de riesgos“, ”carteras de inversión“, ”contratos de financiación“ o ”mecanismos de control“, todas ellas funciones propias de una entidad bancaria supervisada. El único elemento diferencial es que añaden una capa de “compliance islámico”: imanes y “expertos” religiosos verifican que toda operación cumpla criterios de la sharia.

Najia Lofti con la alcaldesa que financió su proyecto. Facebook.
Este mecanismo les permite vender el producto como si fuera una solución “ética”, pero no están sujetas a la regulación europea sobre solvencia, protección del consumidor, prevención de blanqueo de capitales ni seguro de depósitos. Los usuarios aportan dinero a un fondo común, pero ese dinero no está protegido: en una quiebra, se perderían todos.
La propia Lotfi reconoce en los vídeos que no es posible operar como un banco islámico legalmente en Europa. “La ley no nos lo permite”", dice. Y precisamente por eso utilizan el formato de cooperativa y varias empresas paralelas, creando un circuito financiero que imita al banco, pero queda fuera de su marco legal. Lo que sobre el papel es un gran problema se ha convertido en la mayor fortaleza del sistema: ser una cooperativa ha abierto en Lofti la gran ventana de oportunidad de la Economía Social y Solidaria catalana. Este ecosistema ha leído a la cooperativa como un proyecto “ético”, “comunitario” y “centrado en las personas” y no sólo le han acogido, sino que le han invitado a actos, le han dado escenario y han establecido colaboraciones formales. la financiación religiosa en la cooperativa de vivienda Som Tribu que recibió un premio por ser ejemplo de financiación “ética”.

Najia Lofti recogiendo un premio de las cooperativas catalanas.
El esquema piramidal halal: depender del dinero de los nuevos entrantes
El modelo se explica claramente en sus vídeos: para acceder a una financiación inmobiliaria, la persona debe poner el 30% del precio de la vivienda. Este dinero pasa directamente al fondo común y se utiliza para comprar viviendas a terceros. Los beneficiarios que ya han comprado un piso lo han hecho con el dinero que ponen los nuevos inscritos, y la rueda sigue mientras haya captación.
En ningún momento CoopHalal aporta un capital propio proporcional al volumen de operaciones; se limita a redistribuir el dinero de la base de usuarios ya cobrar comisiones, cuotas y márgenes disfrazados de “alquiler”, “participación” o “beneficio compartido”. Esto crea una dependencia estructural: si dejan de entrar nuevos aportadores, el sistema se bloquea y los participantes ya inscritos se quedan sin financiación ni capacidad para recuperar sus ahorros.
En Europa, esquemas similares basados en finanzas islámicas han colapsado en comunidades del Reino Unido, Bélgica y Francia, dejando cientos de familias sin los ahorros. Los patrones son idénticos: ausencia de supervisión, opacidad contractual, dependencia de los nuevos inversores y uso de la religión como garantía emocional. Las reseñas de Google Maps hacen intuir que algo no va bien:


Una hipoteca convencional equivale a “declarar la guerra a Dios”
En los webinares, los promotores presentan el proyecto como la solución ideal para familias musulmanas que "no quieren caer en el pecado de la orilla" (interés). El argumento religioso actúa como herramienta de presión emocional y moral: contratar una hipoteca convencional equivale a “declarar la guerra a Dios”, en palabras repetidamente utilizadas en sus charlas, en árabe. en árabe.
Este relato religioso les permite captar ahorros de perfiles vulnerables, muchos de los cuales no tienen fácil acceso al sistema bancario tradicional o se encuentran en una situación de incertidumbre jurídica: para entrar en el sistema sólo es necesario un pasaporte. Además, los vídeos incluyen afirmaciones como "nunca hemos perdido ni un euro" o "aquí todos salen ganando", dando una falsa sensación de seguridad y estabilidad.
El milagro halal de la rentabilidad del 6% y 10%
Una publicidad de CoopHalal presenta tres opciones de inversión halal con rentabilidades del 6% y del 10%, aparentemente fijas, y con importes de entrada sorprendentemente bajos. Pese al tono atractivo —“fhaz trabajar tus ahorros mientras duermes”"—, no explica qué negocio está detrás, qué riesgos asume el inversor ni bajo qué supervisión operan las entidades que lo ofrecen. Tampoco detalla cómo se generan los beneficios, ni aporta documentos o garantías que permitan verificar la viabilidad de estas promesas. Todo está explicado de forma muy simple y visual, pensado para personas que no tienen mucho.
Aunque es cierto que algunas inversiones pueden llegar al 6% o al 10%, no es nada habitual que se presenten como ganancias prácticamente aseguradas, y menos en contratos de tipos mudaraba, que no pueden garantizar rendimientos por definición. Cuando una empresa ofrece rendimientos tan elevados de una forma tan sencilla y sin detalles importantes, es necesario ir con mucha prudencia. La falta de información, la presentación demasiado simplificada y la promesa de ganancias altas con poco esfuerzo son indicadores que pueden sospechar que la oferta no es tan segura como parece.

Un entramado de sociedades ligadas por religión, no por regulación
CoopHalal funciona como cooperativa de captación de fondos, pero los inmuebles se compran a nombre de otra sociedad (Manzili Halal SL). Esta estructura fragmentada permite esquivar obligaciones fiscales, evitar los controles bancarios y presentarlo como una actividad comercial “normal”. Las operaciones pasan por diversas capas corporativas, todas ellas lideradas por los propios actores y justificadas como “complementarias” dentro de un ecosistema islámico.
En la práctica, esto crea un vacío legal en el que es muy difícil reclamar, denunciar o exigir responsabilidades en caso de fraude o mala praxis. La mayoría de usuarios no sabe ni siquiera a qué entidad legal está entregando su dinero. Y, como reconocen en los webinares, “si alguien quiere recuperar sus ahorros, sólo puede hacerlo si hay suficiente líquido en el fondo”, una frase que cualquier supervisor financiero consideraría una alerta roja de manual.
Un mini-banco religioso que mueve taxis, viviendas y mira hacia los entierros
Según sus propios webinares y documentos internos, CoopHalal ha creado un ecosistema económico que actúa como un banco clandestino: captan dinero, los redistribuyen en préstamos, gestionan carteras y marcan un margen sobre cada operación a través de contratos diseñados “a medida” para esquivar la legislación bancaria. Su producto estrella es la financiación de viviendas a través de la empresa paralela Manzili Halal SL, que cllena pisos con el dinero de los nuevos entrantes y los vende, años después, a los propios clientes que han estado pagando cuotas mensuales. Todo ello sin depósito de garantías ni auditorías externas.
A todo ello se suma el negocio funerario -Janaza SL- y la participación en ampliaciones de cementerios islámicos. Sectores que refuerzan la idea de ecosistema total: CoopHalal aspira a gestionar la vida económica del fiel desde la compra del piso hasta el taxi que conduce y, finalmente, hasta su entierro. Es un circuito económico y simbólico autosuficiente y cerrado, sin la fiscalización externa que tendría cualquier entidad financiera homologada.
Expansión internacional sin control: capital opaco y riesgo transnacional
Mientras se presenta como una cooperativa humilde que capta dinero local a gente humilde, CoopHalal presume en su memoria interna de participar en ferias internacionales, encuentros institucionales estatales y eventos donde capta inversores de otros países. La misma memoria corporativa destaca que CoopHalal está consiguiendo nuevos inversores incluso fuera de España, aprovechando su aparición en debates estatales, ferias internacionales y eventos institucionales.incluyendo actos presididos por miembros del gobierno español.

Este influjo de capital extranjero, sumado a que el proyecto se basa en criterios religiosos y está alineado ideológicamente con el pensamiento de los Hermanos Musulmanes, multiplica el riesgo de entrada de fondos opacos o políticamente condicionados. La Unión Europea es clarísima: las entidades financieras basadas en criterios religiosos no pueden operar sin licencia bancaria para evitar dependencias económicas de grupos ideológicos organizados. La propia Lotfi, en los webinares, admite que “en Europa no se puede abrir un banco islámico por cuestiones legales”, y es precisamente por eso que utiliza una red de asociaciones, cooperativas y empresas pantalla.
Esta expansión sin control recuerda a otros casos europeos: en Francia, Bélgica y Reino Unido, proyectos similares de “finanzas islámicas comunitarias” atrajeron a inversores extranjeros, crecieron sin regulación y finalmente colapsaron, dejando a cientos de familias sin ahorros. El patrón es idéntico: religión como motor de confianza, inexistencia de garantías, opacidad societaria y dinero que llega de fuera sin pasar por circuitos oficiales. CoopHalal está reproduciendo la misma fórmula pero ahora en Catalunya y con apoyo institucional.
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