Francia descubre cómo los videojuegos y la violencia extrema captan a niños para el yihadismo
La justicia francesa en choque por un niño de 12 años acumulaba más de 1.700 vídeos de torturas y decapitaciones de grupos musulmanes.
Según ha informado la agencia Associated Press (13 de abril de 2025), Francia está afrontando un fenómeno inquietante y cada vez más frecuente: la radicalización de menores de edad a través de canales digitales como videojuegos, pornografía violenta y redes sociales. El caso más impresionante es el de un niño de sólo 12 años, condenado por delitos relacionados con el terrorismo tras consumir un volumen extraordinario de contenido extremista.
Este menor, que parecía hacer vida normal entre videojuegos y deberes escolares, escondía un infierno digital: 1.739 vídeos yihadistas, incluyendo escenas de decapitación, ejecuciones, torturas y bombas caseras. Su madre, en estado de choque, asegura que no sabía nada. Pensaba que su hijo "sólo jugaba en la consola".
Los expertos forenses que analizaron los dispositivos electrónicos del menor hablan de una “cantidad fenomenal” de contenido violento, incluyendo un vídeo en el que un hombre aparece siendo descuartizado lentamente mientras todavía estaba vivo.
Un proceso de radicalización acelerado desde el móvil
La justicia francesa alerta de que la captación de menores se inicia a menudo de forma aparentemente inocente, como una búsqueda en Google o un vídeo de TikTok. En el caso de este niño, todo empezó después de recibir un Corán de regalo de una tía. A partir de ahí, los algoritmos automáticos le llevaron a foros cerrados, chats cifrados y propaganda yihadista.
Según el fiscal antiterrorista Paul-Edouard Lallois, este tipo de contenido puede “deshacer completamente los referentes morales de un niño” y convertirlo en un “soldado deshumanizado antes de los 18 años”.
19 menores imputados en Francia por terrorismo sólo en el 2024
Las cifras evidencian el alcance del problema. En 2022, sólo 2 menores fueron imputados por delitos de terrorismo. En 2023 ya eran 15. En 2024, la cifra ha llegado a 19, según Olivier Christen, fiscal nacional antiterrorista. Y muchos de estos jóvenes tienen entre 12 y 15 años.
En España, la situación es la misma. De los 81 detenidos por yihadismo en el 2024, 15 eran menores de edad. El informe del Ministerio del Interior español, coincide con la fiscalía de Francia: son jóvenes con poca formación religiosa, que se radicalizan en la red y que están dispuestos a matar.
Estos menores no proceden exclusivamente de familias desestructuradas ni presentan perfiles de riesgo claros. A menudo son niños con buenas notas y comportamiento aparentemente normal, que hacen vida social digital y poseen habilidades técnicas para ocultar sus actividades.
Del videojuego al atentat
La nueva generación de yihadistas no se forma en mezquitas clandestinas, sino a través de canales digitales, en comunidades virtuales cerradas donde los menores aprenden a hacer bombas, planificar atentados y matar con cuchillos. El contenido suele empezar con vídeos gore o pornografía extrema, que generan adicción y desensibilización emocional.
La mezquita salafista está en el mundo digital
La nueva generación de yihadistas no se forma en mezquitas clandestinas, sino a través de canales digitales, en comunidades virtuales cerradas donde los menores aprenden a hacer bombas, planificar atentados y matar con cuchillos. El contenido suele empezar con vídeos gore o pornografía extrema, que generan adicción y desensibilización emocional.
El caso de este niño de 12 años en Francia no es una excepción ni una anomalía. Es el síntoma más visible de una amenaza que crece sigilosamente en toda Europa, aprovechando la inocencia, la soledad y la hiperconexión digital de los niños. La radicalización yihadista ha encontrado un nuevo campo de batalla: las habitaciones de los adolescentes, las partidas online, las aplicaciones de mensajería cifrada y los vídeos virales que circulan sin filtros.
Incluso los servicios de inteligencia de países como los Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda —agrupados en la red Five Eyes—han roto su tradicional silencio para advertir públicamente que "los menores radicalizados pueden representar una amenaza terrorista igual de real y grave que los adultos."
Todo ello dibuja una realidad inquietante: el yihadismo ya no necesita intermediarios, ni presencia física, ni reclutadores frente a frente. Sólo hace falta una pantalla. Con la ayuda de algoritmos que recomiendan contenidos cada vez más extremos, las plataformas digitales —conscientemente o no— pueden conducir a un niño desde un juego inocuo hasta un vídeo de degüelle, y de ahí a un canal yihadista donde recibirá instrucciones para matar.
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