El hiyab es la nueva esvástica
El velo de las mujeres anuncia un proyecto político y social contrario a los valores occidentales. Nos equivocamos si creemos que es una simple práctica espiritual.
El islam que tenemos entre nosotros no es siempre una religión espiritual. El musulmán comprometido no vive con paz interior. Siempre tiene un problema, un agravio y se considera víctima de algo. No se esconden y reclaman cambios para poder acomodarlos.
Este islam le han convertido en un proyecto político y social violento y totalitario que se extiende con la mentira, el miedo y la violencia. Es una ideología totalitaria disfrazada de religión que a veces ni sus miembros más implicados son capaces de ver. Por ellos, es normal, es islam.
En Occidente, la religión se considera un acto privado y las leyes de los hombres están por encima. Como venimos del cristianismo creemos que todo el mundo se comporta igual y lo cree igual. Y nada más lejos.
No hay nada que amar al islam
Ni en el Corán ni en la predicación hay nada que anime a amar a los demás sin mirar quiénes son o en qué creen. La palabra “ama” dirigida a otros seres humanos nunca aparece. Por eso, donde los musulmanes son mayoría no hay ninguna otra religión o cultura.
Los musulmanes sofendrán para que se queme un Corán pero nunca para que se queme una biblia o un grupo de chicas yazidíes en Irak. Se mata en nombre de su religión y no les molesta, les molesta que nos quejamos. Las enseñanzas islámicas son la causa del terrorismo, los asesinatos, los atentados suicidas. Ninguna otra religión predica el asesinato.
La estimación en el islam va dirigida a Allah. Se casan sin amor por Allah y tienen hijos por Allah al margen de si les apetece o no. La vida por el musulmán es una prueba constante de su amor por Allah y no importa nada más. La recompensa llegará ya con la muerte.
Hay radicales en todas las religiones
En todas las religiones existen radicales, pero son la excepción. No son la norma. Y los radicales de las demás religiones no logran callar a la mayoría que no lo es. En el islam no vemos a los presuntos moderados atacar a los radicales. Cuando hacen actos de barbarie dicen lo de “no es verdadero islam” pero no aportan ninguna solución. No se enfrentan porque saben cómo las gastan o porque creen en lo mismo. Ya les va bien
Cuando alguien del grupo sale del rebaño tiene un problema grave. Por ejemplo, un grupo de imanes europeos hicieron un manifiesto donde decían que las atrocidades, todo el paro y toda la desesperación en Gaza, son responsabilidad directa de Hamás. El resultado de alzar la voz han sido despidos y amenazas de muerte. ¿A qué otra religión ni sus miembros pueden opinar? A ninguna.
¿Con qué islam hablamos en Cataluña
El islam con el que hablan las autoridades catalanas es el perfil político. Es lo que cree que las mujeres deben ir tapadas porque lo manda Allah. El hiyab en Occidente hace visible el proyecto totalitario del islam. La comunidad musulmana pide muchas cosas pero nunca que se hagan protocolos para proteger a las mujeres sometidas. Les preocupa la islamofobia, no el machismo, el maltrato, la homofobia o la segregación.
Los musulmanes más espirituales, como los sufistas, no participan en la política. No son interlocutor por nada, simplemente viven su fe y no tienen ninguna intención más allá. El sufismo deja aparte las legalidades del islam para centrarse en la práctica espiritual a través de la música o la poesía. Ni siquiera se molestan en predicar y convertir a nadie: si quieres vas y si no no vas. Por eso el sufismo ha tenido mucho éxito entre los occidentales que buscan alternativas espirituales.
En cambio, lislam habitual en Cataluña cuando no es salafismo se parece mucho: nunca les verá hablar de música, de conexión con la naturaleza o de respeto a los demás sin importar tendencias sexuales, religión, color de piel u origen. Todo son normas, prohibiciones, miedos y ofensas por “desconocimiento nuestro”. Es lo que gusta a los jóvenes y es lo que reciben por redes sociales. En Francia hemos visto episodios que deben ponernos muy alerta.
Por ejemplo, días antes de la Fiesta de la Música que se celebra en todo el país surgieron predicadores llamando al boicot porque dicen que la música aleja de Allah. Mientras bandas de jóvenes destrozaban la fiesta, la Gran Mezquita de París ofrecía música a quien la quisiera escuchar. La lucha entre ellos también existe y es una lucha entre jóvenes y ancianos.
El futuro que nos espera
Las mujeres con velos cada vez más opacos y jóvenes son el anuncio de lo que nos viene encima. Lo vemos en Francia o Inglaterra. No tenemos un islam oficial o normas políticas que desactiven el mensaje radical. Un mensaje que parece más propaganda del peor nazismo que una propuesta espiritual para vivir en paz y armonía.
Este islam siempre ofendido nos llevará a una sociedad sin música, sin alegría, sin mujeres en la vida pública, sin libertad de expresión o sexual y en la que un grupo se impone al resto con violencia y miedo. Y es así porque han leído en un libro que agredir y matar son actos de amor a Dios.
Ya hemos visto los efectos de ese mensaje. Hemos visto asesinados pero también la propia muerte. Matar por imponer ideas no es nuevo, lo nuevo es la felicidad por morir o por tener un mártir en la familia. Ni el nazismo logró que sus seguidores murieran con alegría.
Una mujer con velo nos dice estar en esta línea. En el razonamiento de creer que el mundo se divide entre sí y nosotros. Se sienten los escogidos y la raza superior, pero rodeados de gente y normas equivocadas. Por eso las intentan cambiar con la palabra, la mentira, la amenaza o la muerte.
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