Marruecos castiga con prisión romper el ayuno del Ramadán
Cada año cientos de marroquíes acaban en prisión por comer, beber o fumar en público durante el Ramadán.
Durante el mes sagrado del Ramadán, los musulmanes deben abstenerse de comer, beber y fumar desde el amanecer hasta la puesta de sol. Esta práctica es uno de los cinco pilares del Islam.
Sin embargo, en Marruecos, este precepto religioso es también un artículo del código penal. El artículo 222 establece penas de uno a seis meses de prisión para aquellos que rompan el ayuno en público sin una justificación reconocida por el islam (como tener la regla o estar embarazada).
Presión social y legal para seguir el Ramadán en Marruecos
Esta normativa afecta a todos los marroquíes, excepto la comunidad judía. Incluso los ciudadanos con doble nacionalidad están sujetos a esta ley si tienen apellidos árabes o bereberes. Esto incluye a aquellos que han vivido toda su vida en países donde el Ramadán no es obligatorio.
En Marruecos es habitual que los camareros se nieguen a servir a clientes musulmanes para evitar problemas. La propia población vigila el cumplimiento del ayuno. No sólo las autoridades supervisan, sino que también los ciudadanos observan y pueden denunciar a aquellos que comen, beben o fuman en público durante las horas de ayuno.
En algunos casos, la vigilancia social puede llegar a situaciones tensas, como insultos, amenazas o incluso agresiones hacia quienes rompen el ayuno en público.
El bocadillo contra el Ramadán: un complot español
En septiembre de 2009, la periodista marroquí Zineb El Rhazoui organizó un picnic en público a través de Facebook para desafiar la ley. Las autoridades reaccionaron con contundencia y convirtieron el caso en mediático.
El régimen reprimieron la acción, detuvieron a los participantes y les acusaron de formar parte de un complot orquestado por España porque había periodistas españoles cubriendo el acto.
Una vez más, Marruecos demostró la poca tolerancia hacia cualquier tipo de protesta y la capacidad de limitar la libertad individual.
La presión se traslada al extranjero
Cuando los marroquíes emigran y se encuentran dentro de comunidades cerradas o en barrios con una fuerte presencia de migrantes musulmanes sienten la misma vigilancia social que en su país de origen. A pesar de vivir en países con libertades individuales, la presión del grupo existe.
Esta insistencia puede manifestarse de diversas formas: miradas de desaprobación, comentarios críticos o incluso rechazo social por parte de familiares y amigos si alguien no sigue el ayuno.
Sin embargo, en países occidentales, la libertad individual permite a muchas personas librarse de ese control. En espacios de trabajo, escuelas y universidades, el Ramadán no es una norma impuesta. Esto facilita que aquellos que no quieren practicarlo puedan hacerlo con mayor discreción.
El tabú de la libertad individual en el islam
El debate sobre la libertad individual y religiosa en Marruecos sigue siendo tabú, como en el resto de sociedades musulmanas. Mientras tanto, muchos marroquíes que no son musulmanes viven en la clandestinidad, escondiendo su forma de vida para evitar represalias.
Este conflicto entre religión, ley y derechos humanos sigue siendo una realidad incómoda que Marruecos no quiere afrontar. En el extranjero, muchos marroquíes que no practican el Ramadán encuentran mayor libertad, pero dentro de sus comunidades todavía persiste una vigilancia social que les fuerza a mantener las apariencias.
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