Una ex diputada islamista de Marruecos participa en la Feria de Economía Solidaria como migrante emprendedora
Una ex diputada islamista de Marruecos participa en la Feria de Economía Solidaria como migrante emprendedora 2 Invitan a la banquera y expat Najia Lofti a una charla donde inmigrantes emprendedores cuentan su historia de precariedad y superación.
El fin de semana del 18 y 19 de octubre de 2025 se ha celebrado la Feria de Economía Solidaria de Cataluña en la Estación del Norte de Barcelona. El festival quiere ser un espacio de encuentro entre ciudadanía, entidades y movimientos de la economía social y solidaria (ESS). La idea es mostrar alternativas al modelo capitalista, fomentar la cooperación, la sostenibilidad y la transformación social desde la base comunitaria.
Charla de emprendimiento migrante con Najia Lofti
En este ambiente de izquierdas y anticapitalista ha participado una ex diputada del partido islamista de Marruecos bajo la faceta de “migrante emprendedora”. A diferencia de los otros ponentes de la charla, no llegó a Catalunya sin recursos ni huyendo de nada. Es una persona acomodada de la clase media-alta marroquí, con conexiones, estudios y con gran fervor religioso.
Lofti fue diputada en Marruecos en 2016 con el Partido de la Justicia y el Desarrollo que se considera vinculado al marco ideológico de los Hermanos Musulmanes. Durante esa etapa se ocupó de temas como la defensa neacional y los áferos islámicos. Además, es economista, tiene un master y un doctorado. En Cataluña dirige una cooperativa bancaria con beneficios del 6%, propiedades inmobiliarias y crédito dado por valor de 10 millones de euros.
Una banquera expado junto a voces precarias
La vida y trayectoria de Najia Lofti nada tiene que ver con la pobreza cotidiana de los inmigrantes. Su condición de clase acomodada le permite hablar desde un puesto de seguridad y reconocimiento que le diferencia radicalmente de sus compañeros de charla. A pesar de la evidencia, participó en la charla sobre “Emprendimiento migrante y la economía social y solidaria”.
Justo a su lado, la palabra la tomaban mujeres como Yolanda Akpoli o Marie Faye, que han conocido la precariedad de primera mano. Una comenzó desde la venta ambulante; la otra levantó una asociación para dar segundas oportunidades a mujeres sin recursos. Ellas hablan desde la experiencia vital de la exclusión, de los papeles pendientes y de la necesidad de inventar alternativas reales para quien no tiene nada.
Fervor religioso en una feria de la izquierda laica
En un entorno en el que muchas de las participantes hablan desde la lucha contra la precariedad, Najia Lotfi aporta un discurso fuertemente marcado por el fervor religioso que tampoco encaja fácilmente con el espíritu de la economía solidaria catalana. Ella misma ha defendido públicamente el velo e incluso ha llegado a afirmar que las mujeres de Afganistán llevan el burka porque lo quieren, una visión que contrasta con la perspectiva feminista y antirracista de muchas entidades de base que trabajan para empoderar a mujeres migrantes y denunciar las opresiones estructurales.
Su proyecto financiero es también de otra naturaleza: arrancó su cooperativa con sólo 3.000€ de capital social y en 10 ya tiene un valor de 13 millones de euros. Esta trayectoria, ligada al mundo de las finanzas islámicas, la sitúa muy lejos de las pequeñas y comunitarias iniciativas de compañeras como Marie Faye o Yolanda Akpoli, que parten de la precariedad y el voluntariado.
Así, el contraste es doble: por un lado, un discurso religioso que genera tensiones con el feminismo y el antiracismo de la ESS; por otro, un modelo económico que juega en otra liga, mucho más cercana a las lógicas bancarias que a la autogestión popular.
No tiene un banco islámico porque está prohibido
Aunque Lofti habla de su proyecto como una cooperativa financiera dentro del marco de la economía social y solidaria, en realidad se trata de una estrategia forzada por la normativa. En España y en la Unión Europea no se permiten los bancos islámicos como tales, puesto que la legislación financiera exige requisitos y estructuras que chocan con los principios de las finanzas islámicas.
Ante este escenario legal, Lofti ha encontrado la fórmula de presentar su iniciativa bajo la forma de cooperativa. Esta adaptación le ha permitido sortear la etiqueta de “banco islámico” y, al mismo tiempo, insertarse en el universo de la ESS, aunque su funcionamientosu dimensión económica le alejan mucho del modelo autogestionado y de base popular que caracteriza a la mayoría de proyectos del sector.
La base del proyecto de Lofti es la promesa de un sistema financiero “sin intereses”, de acuerdo con la ley islámica. Sin embargo, es evidente que existe un margen de beneficio: los préstamos y operaciones se presentan con otros nombres pero que acaban funcionando de forma muy similar a un interés encubierto. Esta ganancia no desaparece, sino que se reinvierte en el crecimiento del proyecto y, al mismo tiempo, fortalece un marco ideológico y religioso que quiere expandirse. En la práctica, esto significa que se construye un sistema financiero paralelo bajo control de líderes religiosos, donde las reglas del mercado y de la comunidad quedan subordinadas a la autoridad espiritual.
La presencia de Najia Lofti en la Feria de Economía Solidaria de Catalunya pone de manifiesto una clara incongruencia. Por un lado, sse la presenta como “emprendedora migrante” cuando su trayectoria política, económica y de clase la sitúa en un lugar privilegiado, muy alejado de las luchas cotidianas contra la precariedad que definen a buena parte de la ESS. Por otro lado, su proyecto financiero responde más a una lógica bancaria y religiosa que a los principios de autogestión, feminismo y transformación social que inspiran al movimiento.
Su participación en un espacio anticapitalista y de izquierdas, por tanto, ejemplifica las tensiones y contradicciones que aparecen cuando se confunde la etiqueta de cooperativismo con iniciativas que, en realidad, refuerzan otras formas de poder y de control.
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